La buena gente de la montaña

Recuerdo como hace dos años, mientras realizaba un encargo para la revista El Mundo de los Pirineos, perdí un flash junto al ibón de Llena Cantal, en el Pirineo oscense.
Habíamos madrugado bastante para llegar desde el refugio de Respomuso hasta ese lugar con las primeras luces del día y conseguir una fotografía en el que se reflejaran las Frondellas y el Balaitus en las tranquilas aguas del ibón.
Mientras buscaba el filtro degradado neutro en la mochila de montaña, debí sacar también el flash del interior y, al estar concentrado en la creación, olvidé volver a meterlo y se quedó allí olvidado.

Cuando bajamos al coche eché en falta el flash y al hacer memoria traté de recordar la última vez que lo había visto ¿Habría sido en el refugio? ¿Tal vez al utilizar el teleobjetivo? ¿Habrá sido al amanecer en el ibón? Si, seguro que había sido en el ibón.

Rechacé la generosa oferta de mi compañero de volver a andar otras 3 horas montaña arriba para buscar un flash, valorado en más de 500 €, por una ruta bastaste transitada en esa época del año. Si realmente el flash me lo había olvidado ahí, algo de lo que no estaba seguro, era demasiado goloso para que no se lo hubieran llevado.

Mientras conducía a casa dí por perdido el flash, pero unos días después alguien me convenció para que llamara al refugio; tal vez lo hayan dejado ahí, total, no pierdes nada, solo es una llamada.

Pues si, señoras y señores, con muy poca fe llamé al refugio y sorprendentemente, alguien había depositado ahí el flash. Solo tuve que ponerme de acuerdo con el guarda del refugio para que unos días después, cuando bajara a Sallent de Gallego con el cambio de turno, me enviara a portes debidos mi querido flash.

Aunque tengo varios flashes, este es mi favorito y cada vez que lo uso me acuerdo de esta anécdota. Por eso estoy tan agradecido y he querido escribir este post dedicado a la buena gente de la montaña.

¿Y tu? ¿Has tenido alguna experiencia positiva o negativa en la montaña? Si te apetece puedes compartirla conmigo en los comentarios.

 

15 comentarios en “La buena gente de la montaña”

  1. Alguna experiencia similar he tenido con algun baston, unos guantes… creo que en ciertos lugares y ambientes como la montaña, todos nos volvemos mejores personas en general.

    Saludos!

    1. Igual es que si tenemos la sensibilidad necesaria para realizar un esfuerzo con el fin de disfrutar de esos ambientes, no somos malas personas del todo ¿no?

  2. Buenas Eduardo! La gente que anda en la montaña es de otra "pasta", es gente con "casta", diferente. Yo tengo la "teoría" de que andar desde pequeño en el monte te curte como persona y te hace ver y vivir la vida de otra manera, siendo mejor persona. En la montaña, saludas a la gente que te cruzas en el camino (aunque no la conozcas), ayudas cuando hay algún problema, te olvidas de cosas banales y disfrutas de la experiencia…no sé, es la magia de la montaña.

    Mi anécdota montañera al respecto ocurrió en el monte Urko, un monte de Eibar, donde vivo, que he ascendido mil veces. Aquel día iba sólo, con terreno nevado y embarrado, resbalé y me saqué el hombro. No me lo podía encajar yo sólo, así que bajé como pude, mareado y desencajado, hasta un caserío. El tipo del caserío alucinó al verme, pero no se lo pensó dos veces y me bajó a Eibar con su coche, donde ya mi padre me llevó al hospital. Las pasé canutas, estuve cerca de 2 horas con el hombro fuera, y tras esa salida, me operaron del hombro y ahora estoy bien. Fue hace años, pero esto me hizo ver que queda muy buena gente en el mundo, especialmente en el mundo rural y de la montaña.

    SaludoX!

    1. Esto es a lo que me refería. Allí arriba es más fácil apiadarse de las necesidades y ayudar al prójimo, pero no todo el mundo ayuda siempre, también hay que decirlo. Un saludo

  3. Pues yo lamento disentir, pero creo que en la montaña, como en cualquier otro lugar, hay de todo, desde gente de infinita bondad, hasta cabrones redomados. Y no creo tampoco que la proporción de unos y de otros varíe en exceso en la montaña con respecto a cualquier otro medio.

    Historias como esta del flash, por suerte, son muy frecuentes, pero también lo son los robos de material de montaña en los refugios o incluso en los ataques a cima (me refiero a esos momentos en los que ir sin mochila o con menos peso es un plus de seguridad y se decide dejarla entre piedras para recogerla a la bajada). A veces son robos pequeños, pero en ocasiones incluso ponen en peligro la seguridad del que luego tiene que bajar y le falta una prenda de abrigo, el saco o incluso material de aseguramiento.

    Lo que creo que más bien ocurre es que la montaña, por las características tan concretas del medio y las actividades que en él suelen realizarse, saca a la luz con bastante facilidad cómo es cada uno. Así, tanto el de infinita bondad como el cabrón redomado tienen casi a cada paso la oportunidad de mostrar de qué pasta están hechos. Y cuanto mayor es la dificultad o más grande es el reto, más se magnifica todo, y ahí tenemos los mil y un ejemplos de heroicos recates en los que alguien no duda en poner en peligro su vida por la de un desconocido que ha sufrido un accidente a gran altitud, pero también las frecuentes historias de traición y abandono en pleno Himalaya.

    En cualquier caso me ha hecho ilusión leer la entrada, porque esa buena gente de la montaña merece este y cualquier otro homenaje.

    1. Tienes toda la razón Federico, hay de todo, pero prefiero quedarme con que la mayoría es buena gente y hay buen ambiente. No se si habrás visto la película "El cazador" de Akira Kurosawa. En ella hay una escena en la que "Dersú" pide al capitán dejar arroz, sal, cerillas y algunas cosas más en un refugio porque tal vez eso salve la vida a algún desconocido que venga después. Ese es el espíritu que a mi me gusta de la montaña.
      Mira, he encontrado la escena, seguro que te gusta: http://www.youtube.com/watch?v=770T7UkqJl0

    2. Qué curioso lo que acaba de ocurrir… Antes de salir de casa he visto tu comentario -pero no el vídeo- y me he ido pensando en lo agradable que es, cuando toca pasar la noche en un refugio no guardado, encontrarse un poco de leña seca, algo con lo que encender fuego -si hay chimenea-, velas y cosas por el estilo. Cuando se da el caso, siempre procuro llevarme algo para dejar allí y reponer con leña de los alrededores como mínimo la cantidad que haya utilizado, para que vaya secándose. Y justo he pensado en escribir a la vuelta, como parte de mi respuesta: Creo que la sensación de encontrarse esas cosas es tan agradable porque alguien las ha dejado allí para nosotros, alguien que no nos conoce y a quien probablemente nunca conoceremos. Y precisamente en la escena que has enlazado dice la voz en off: "Dersú me fascinaba […] se preocupó por alguien que no conocía y que quizá nunca conocería." Me he quedado de piedra.

      De Kurosawa sólo he visto "Rashomon", pero esta me la apunto. Me parece que la escena que has enlazado no tiene desperdicio alguno, tanto por el guión como por aspectos más fotográficos: la cámara alejándose entre la maleza, el plano picado que está grabado desde la rama de un árbol… En fin, un lujo, muchas gracias por compartirla.

      ¡Saludos!

    3. Es verdad, yo también me he encontrado refugios con velas, cerillas, comida… ¿A que estas cosas hacen que nos sintamos orgullosos de nuestra especie? Si es que cuando queremos…
      Por cierto, el otro día me encontré algo muy curioso en un refugio. Al abrir la puerta me sorprendió una marmota agazapada en una esquina, imagino que la pobre curioseando se quedó encerrada. Le abrí la puerta y salió bastante ágil, pero me pregunté ¿Cuantos días llevaría allí?

  4. Hola Edu, a mi me ocurrió algo bien curioso hace ya casi 15 años, andaba con unos amigos en los alrededores de L'Estany de Mar cerca del refugio de la restanca, por la noche habíamos salido para hacer una fotografía nocturna con el lago y las estrellas, colocamos la cámara en el trípode y lo dejamos bien lastrado para que no se moviese, como era la época analógica pretendíamos dejar la cámara disparando durante 6h. para hacer una larga exposición de las estrellas, que tiempos aquellos que los sensores no se calentaban, 😉 después de medir la exposición que creíamos necesarias con el Velvia 50, decidimos ir a dormir detrás de una roca que había justo al lado, haciendo vivac, disfrutamos de una de esas mágicas noches bajo las estrellas, de historias y sueños entre amigos, pero supongo que nos relajamos tanto que nos dormimos profundamente, y cuando sonó el reloj para ir a buscar la cámara, cual fue nuestra sorpresa al ver que no estaba donde nosotros la habíamos dejado, por un momento sentimos rabia, desilusión, como era posible que estando al lado no habíamos sentido nada, y decidimos bajar al refugio, entre el desasosiego y la rabia que nos había producido el que nosotros creímos robo, pero a veces las cosas no son lo que parece, al llegar al refugio le comentamos lo sucedido al guarda, y nos irrito que empezase a reírse, encima de lo que nos había pasado, suerte que teníamos cierta amistad con el, y nos dijo, venid, venid que os tengo que enseñar una cosa, y cual fue nuestra sorpresa cuando nos enseño nuestro trípode con la cámara incluso la bolsa con la que habíamos lastrado de peso el trípode, no lo podía creer, y pasamos del enfado a las risas, la historia fue que no éramos los únicos que esa noche andábamos por la zona, una pareja de montañeros, que andaban haciendo una travesía y les pillo la noche, se encontró la cámara en el trípode y como no vieron a nadie, decidieron bajarla al refugio pensando que el que la hubiese perdido iría allí a buscarla, y aunque no conseguimos la foto en cuestión, guardo un grato recuerdo de esa noche, tanto por los momentos vividos como por las risas que luego nos echamos de toda la situación, como bien dice el compañero en la montaña hay de todo, pero yo si que me atrevo a decantar la balanza hacia la buena gente, al menos eso es lo que me dicta mi experiencia de casi 30 años recorriendo las montañas de todo el mundo.
    Un fuerte abrazo y me alegro que hagas un post al respecto, en la situaciones en que vivimos actualmente, es bueno reflexionar sobre la buena gente que también existe.

    1. Buena anécdota Toni. La bajaron hasta con el lastre, eso si que es buena intención. Como dices la buena gente gana a la mala allí arriba, un alivio para todos.

  5. Hola Eduardo. experiencia es de otro tipo,como ya sabes el caminar no es lo mio,no por que no me guste,que la montaña y la naturaleza me encanta,la cuestión es otra que no viene al casa ahora.En el 2010 realice un taller en la Cerdanya y me llevaron a fotografiar el lago Malniu,la pendiente que hay para llegar asta el, para mi resulto agotadora,(cargada con la mochila y el trípode)pensé que no lo lograría,pero lo conseguí, valió la pena el esfuerzo, por que el lugar es muy hermoso,cuando lo contemple, se me paso todo el agotamiento,gracias a ese día National Geographic viajes (España) me publico una foto de ese lago,esto me demostró que todo esfuerzo tiene se recompensa,la foto esta en mi galería de fotonatura. Un saludo.

    1. Bueno, hay muchos tipos de rutas, no todo el mundo esta preparado para hacer el Himalaya. La idea es disfrutar de la montaña en la medida de nuestras posibilidades y adecuar el equipo a la ruta.
      Muchas veces para fotografiar en la montaña hay que dejar parte del equipo o utilizar un trípode más liviano que el que usaríamos por ejemplo en un hide.
      Seguro que estás muy orgullosa de esa imagen, es un premio a tu esfuerzo.

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